Ese matrimonio fue un gran impacto para nosotros ya que era la primera gran demostración de lo contrastante y diferente que son nuestras culturas. Entramos a la ceremonia como unos inexpertos y salimos de ahí graduados en el tema. Al llegar a la fiesta, lo primero que nos sorprendió fue una gran procesión de músicos y bailarines en la calle que venían acercándose cada vez más a la recepción. Al indagar nos enteramos que eran familiares y amigos del novio que van por las calles aledañas al salón bailando y cantando, y de esa manera acompañando al novio a su gran llegada. La música y los bailes eran completamente diferentes a cualquier cosa que hubiese escuchado en mi vida. Era tocada por una especie de mariachis con turbantes que daban vueltas y alzaban las manos al igual que el resto de los invitados. Nuestro primer gran shock fue darnos cuenta de que el novio es el gran protagonista en este evento. En la entrada de la ceremonia, nombraban a los familiares masculinos, principalmente del novio, y les entregaban collares de flores; una especie de homenaje asumo yo que haber nacido hombres más que por cualquier otra cosa. Para nuestra sorpresa, el novio llegó al evento con una máscara que le tapaba la cara completamente. Entonces vino nuestro segundo gran shock cuando nos explicaron que estábamos presenciando un matrimonio arreglado y que los novios aún no se conocían.
La ceremonia comienza cuando el novio entra al salón y se consigue con su futura esposa por primera vez. Los paran cara a cara y el purohit (cura) recita varios mantras y habla sobre el significado del matrimonio mientras le quitan la máscara al novio y por primera vez la pareja se mira a los ojos. Luego se colocan el uno al otro un inmenso collar de flores que simboliza lo que para nosotros el intercambio de anillos: una alianza. La verdad, nosotros no entendíamos nada porque todo era en hindi, pero estábamos fascinados observando el proceso. A pesar de ser un momento muy emotivo, la cara de éstos novios en particular era de total seriedad. Imagínense, se están viendo por primera vez y son, en ése momento, marido y mujer. Seguramente nada fácil de digerir para ninguno de los dos, por más que sea parte de su cultura.
Quizás lo más curioso de todo es que al finalizar la ceremonia, sientan a los novios en un altar y sube la gente a felicitarlos y darles regalos. Nosotros, siendo un poco inexpertos en el tema, llevamos un sobre con dinero como obsequio; cosa que se acostumbra hacer mucho en nuestra cultura. Lo que no sabíamos es que los regalos monetarios en verdad van al padre de la novia para ayudarlo a recuperar su inversión. Durante horas están los novios sentados en su altar, sin cruzar ni una palabra, recibiendo la felicitación y abrazo de los invitados. Al finalizar la fiesta y ceremonia, los nuevos esposos se retiran a su cuarto en donde, para romper el hielo, el novio debe buscar su nombre que está escrito en hena, escondido en los brazos de su nueva esposa.
Salimos de aquella fiesta sorprendidos de lo diferentes que son nuestras culturas. Ahí descubrí por primera vez que nuestras formas de ver el mundo son completamente diferentes. No dudo que para ellos intercambiar anillos en una iglesia es igual de extraño que para nosotros la manera en que ellos hacen su ceremonia. Debo aclarar que no todas las bodas en la India son arregladas, y que cada ceremonia varía dependiendo de cada tradición familiar por lo que no todas son como la que nosotros atendimos.
Un aviso en un periódico, un anillo de diamantes, hena en los brazos, un vestido blanco, un cura o un purohit; son maneras de celebrar el matrimonio muy contrastantes y diferentes. Cada una viene acompañada de tradiciones y valores que nos enriquecen y nos hacen genuinos. Pero ésas diferencias también nos muestran que en el fondo somos todos iguales. Todos vivimos nuestras vidas buscando lo mismo: amor. Todos queremos amar y ser amados, una compañía que camine siempre a nuestro lado y una persona que presencie nuestra vida.